De autora sin éxito a la más brillante falsificadora de cartas literarias
Nueva York, año 1990 la escritora y biógrafa Lee Israel se dedicaba a escribir notas y bibliografías por encargo. En 1983 recibe una propuesta de una editorial para escribir la biografía no autorizada de Esteé Lauder. La empresaria intento numerosos sobornar para que desista de seguir con el proyecto. En 1985, Lauder escribió una autobiografía que su editor hizo coincidir con el libro de Israel. El cual El libro de Israel, muy criticado por críticos literarios fue un fracaso comercial y fue el principio del fin como escritora próspera.
En 1991 Lee Israel Busca una salida, siempre dentro del campo editorial. Empezó a falsificar cartas de actores y escritores difuntos, Más adelante robo cartas reales y documentos autografiados por personas famosas de bibliotecas y archivos de museo reemplazándolos con copias falsificadas por ella misma
Se pueden identificar tres etapas en su historial delictivo. La primera, se inicia en la concepción, escritura, mecanografiado, firma y venta de cuatrocientas cartas. La segunda, ya investigada por el FBI, abandona la falsificación y vende cartas auténticas robadas de distintas bibliotecas del país, a las que ingresa alegando que hace una investigación sobre escritores que empinaban el codo, lo que le asegura un amplio campo de trabajo. Para que nadie sospeche, en las bibliotecas deja copias de las mismas falsificadas, haciéndolas creer como las auténticas que ella dejaba en su poder. La última etapa, la descubren y cumple con el arresto domiciliario de seis meses y la probation de cinco años.
Lee comete imprudencias y corre riesgos innecesarios. Cuando un admirador le pide un autógrafo en una fiesta, firma Margaret Mitchell, en vez de Lee Israel.
A diferencia de otros falsificadores, Lee inventaba las cartas. Fue más complejo que la duplicación o el plagio. Nació de la necesidad y se convirtió en un oficio. En las cartas concentró su imaginación, sus lecturas de años, su escritura disponible. No copiaba, escribía, aunque podría argumentarse que se inspiraba en la originalidad ajena. Ella dejaba su identidad no los escritural sino ideología elementos que podían ser peritados.
Cuando Lee Israel murió, el New York Times llamó a uno de los agentes del FBI que siguieron su caso. "Era brillante", dijo el detective. "Mi favorita es la carta en la que Hemingway se queja porque llamaron a Spencer Tracy para el casting de El viejo y el mar".
(Entrevistador): —Gracias por leernos la carta. Es muy buena.
(Lee Israel): —Para mí es la mejor de todas las cartas.
(Entrevistador): — ¿La mejor de todas las cartas de Noël Coward o de las suyas?
(Lee Israel, riendo): –Lo que pasa es que estas personas en sus cartas eran gente como cualquier otra. Cuando le escribía a sus amigos, Noël Coward no se sentía obligado a ser "Noël Coward". Pero en mis cartas yo incluyo alpinismo, barcos, champán, Marlene Dietrich. Como comprenderá, tenía que hacer que estos famosos se lucieran, que fueran "ellos".
El avance en el análisis pericial de documentológico ofrece resultados esperanzadores para detener estos tipos de falsificaciones. El avance en las herramientas informáticas y visuales permite a los peritos poder identificar estos fraudes de manera categoría.
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